Por: Alhetse Veláz@Alhetse
“Cuida del
cliente y el negocio se cuidara de sí mismo”
Ray Krok, fundador de McDonald´s.
Dicha frase resulta ser una ironía hoy en día para el
cliente y para el negocio también. McDonald’s puede ser capaz de cualquier cosa,
menos de lo que menciona la frase.
Casualmente, después de ver el documental “Súper engórdame”,
de reflexionar lo mala que es la comida rápida, el daño que causan tantas
calorías, azúcar y grasa en un solo producto, lo primero que cruzó por mi mente
no fue el pensar que ya nunca jamás recurriría a los encantos de una
hamburguesa, sino todo lo contrario; mi estómago y mi inconsciencia deseaban
ingerir el sabor artificial y poco saludable de un producto de McDonald´s.
Se trata de esa realidad que está presente cada día, en la
mayoría de los rincones del planeta, no sólo en Estados Unidos: el lugar
preferido de comida rápida es McDonald´s. Aún recuerdo cuando tenía alrededor
de siete años, era una inmensa alegría visitar dicho lugar, para recibir la
“Cajita Feliz” y comer una pequeña hamburguesa insípida, compensada con el
sabor de una coca-cola bien fría y un nuevo juguete en mis manos. En la
actualidad millones de niños viven esa situación, pidiéndoles a sus padres que
los lleven a comer al negocio del payaso Ronald McDonald´s.
Y aunque el restaurante está adecuado para entretener a los
niños, con juegos, el payaso y la “Cajita Feliz”, no son sólo los infantes
quienes acuden con hambre al sitio, sino que también miles de adultos, que
vuelven los combos especiales partes de su dieta continua. Esto no es nuevo,
tan sólo en México, podemos ser testigos de sábados y domingos donde estas
franquicias, que se encuentran a la vuelta de la esquina, están atestadas de
gente, filas largas y un deseo enorme de contar con la suerte para encontrar
una mesa desocupada.
Acudir a McDonald´s se vuelve parte de nuestra cultura, una
costumbre, casi una obligación como llevar a tus hijos a comer una hamburguesa,
a que se diviertan; olvidándose por completo que también existen los
ingredientes exactos para preparar hamburguesas en casa. Sólo que esas
hamburguesas no se parecerían a las de McDonald´s, no tendrían esa apariencia
tan agradable y apetecible que nos presentan en televisión y que en el
restaurante te sirven en una cajita decorada, con un súper vaso de dos litros
de refresco y unas papas clásicas en un pedazo de cartón rojo.
La terrible culpabilidad que les anticipamos sobre la
obesidad, dejando a un lado el numero de calorías, grasas saturadas y azucares
excesivas incluso en una “saludable ensalada”, porque pienso que lo mismo puedes
ingerir desde tu propia casa; es más bien esa actitud de la sociedad,
influenciada por las estrategias mercadológicas y publicitarias.
No es el sabor de la carne, el pan y cátsup, es el hecho de
encontrar una franquicia a escasos veinte minutos de tu hogar, es la emoción de
los niños por un regalo y juegos que no encontrarían ni en el mejor parque de
la ciudad, la influencia de las promociones,
la seducción de los nuevos menús: carne con tocino o tocino con carne, o
lo que ahorita está de moda: el menú especial de cada día para que trabajadores
no acudan hasta su casa, sino coman “delicioso” a un precio especial; o que
desde tu propio auto compres tu paquete para sentirse muy “estadunidense”, como
lo pintan en muchas películas hollywoodenses.
Hasta hace poco mirábamos para arriba, el lado de nuestros vecinos
y nos burlábamos de sus altos índices de obesidad, lo atribuíamos a su
entusiasta consumo por la comida rápida. Hoy es una visión que ha superado los límites,
se ha instalado en nuestro país y nosotros lo hemos permitido, y lo peor, es
algo que vamos trasmitiendo de generación en generación. Como resultado nos
volvemos más gordos y ellos más ricos.
Pero en mi opinión, quizá McDonald´s no se deslinde de una
gran culpabilidad, también cuenta con estrategias para mantener a su clientela
fiel hasta las últimas consecuencias; no sólo le ofrece lo más barato y de
dudable calidad, lo pinta de manera exquisita para que luzca antojable y
saludable; ocupa ingredientes como el exceso de azúcares a los que una persona
común y corriente se puede volver adictivo;
proyecta sus productos como saludables, ofreciendo yogurt o frutas
acompañados de una enorme hamburguesa; o hasta sentencia que nutriólogos
afirman que no es malo acudir a restaurantes de comida rápida etc.
Sin embargo, la empresa sólo tiene el objetivo inminente de
ganar más y más en términos monetarios, para poder llevar a más personas un McDonald´s
cercano a su entorno.
Pero también, pasar bien librado sobre la culpabilidad por el
exceso de grasa en miles de personas es una tarea ardua, cuando son las personas
quienes elegimos qué comer, dónde comer y que en el momento que nos ataca un
problema físico, estomacal, arterial, etc., se nos hace muy fácil tratar de
encontrar quién es el responsable.
Sí, McDonald´s no nos cuida como clientes aunque así lo quiera
hacer ver, pero somos nosotros como los mismos clientes quienes debemos estar
consientes de nuestros propios consumos, así como ocurre con los cigarros, el
alcohol, el refresco, el café, los dulces, las “garnachas” etc. Como yo, que
gracias a imágenes proyectadas en mi cabeza de una hamburguesa de apetecibles
ingredientes, decidí acudir a McDonald´s para obedecer a
mis impulsos gustativos, conociendo de antemano las consecuencias de mis actos.
Respecto a lo que proyecta el documental de una pequeña y cotidiana
realidad estadounidense sobre McDonald’s, es casi un espejo de lo que ocurre en
nuestro país. No estamos lejos de ser vistos como unos gordos excesivos y
amantes de la comida rápida, gracias a nuestra falta de conciencia o
satisfacción que vivimos en una cotidianidad agitada y acelerada; y que por
dicha justificación, come lo primero que encuentra y con precios accesibles, en
una empresa de renombre con una imagen que proyecta felicidad y “cuidado”, qué
mejor opción para poder alimentarse y cumplir un antojo.
Aquí está el documental para que lo vean, y luego respondan: ¿Se les antojó comer una
hamburguesa?
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