Por: @Lanzaddt
[Publicado en HeavyRiff No.7 – Junio/2013 > http://bit.ly/HeavyRiff_7]
Julio Hernández Cordón presentó hace
cuatro años su película Las
Marimbas del Infierno, cuya
historia combina el heavy metal de Guatemala con el instrumento más emblemático
de esa nación: la marimba.
Este
largometraje nos dice que el heavy metal está presente en muchísimas partes del
mundo, aunque ese mensaje sólo se presenta de forma superficial. Nunca se
adentra en lo que puede ser la escena guatemalteca, sino que lo usa de pretexto
para contarnos una historia que no por eso deja de ser interesante.
Por
un lado tenemos el caso de Alfonso Tunche, un músico que sólo posee una marimba
que con mucho esfuerzo logró adquirir. El crimen que atemoriza la región lo
orilló a una completa soledad, dejando atrás a su familia. La constante amenaza
hace que se mueva a todos lados con su marimba, a riesgo de ser destruida.
Por
otro lado vemos a Blacko González, un músico que a finales de los 80 formó
parte de Sangre Humana: banda guatemalteca de heavy metal que sólo grabó un
demo titulado: Visión Satánica (1987).
En 1988 la agrupación cambió su nombre a Guerreros del Metal, lanzaron
siete discos siendo el último: Luna Sangrienta hace 10 años (en el
2003). Esto jamás es explicado en la cinta, es decir, no era la intención de la
película hablar del heavy metal guatemalteco ni de la carrera de Blacko, sino
sólo utilizarlos para contar una historia.
Estos
dos músicos se encuentran gracias a Chiquilín, quien más allá de ser un lumpen,
es un personaje lleno de entusiasmo, capacidad e iniciativa. A partir de ahí
surge la idea de hacer una banda de Heavy Metal con marimbas. Eso nos recuerda a los puristas
blackers que todo el tiempo batallan porque su sonido se mantenga puro. Dos
puntos de vista que chocan de frente.
Entre documental y ficción
Las marimbas del infierno es un trabajo que gira entre el documental y la
ficción. Parte de un hecho real (las historias de Alfonso y Blacko son reales),
pero hay escenas provocadas; no se filma una realidad espontánea, sino que se
planean las escenas en aras de construir un relato.
Por desgracia, en el largometraje el heavy metal sólo funciona como
sustancia de la comedia. Es a partir de este género musical donde se crean
chistes o situaciones hilarantes. El marcado estilo heavy de Blacko sólo
provoca risa, ya sea regañando a su compañero por no tener una playera negra o diciendo cómo
se debe cantar Metal.
Una
de las cosas que explora el largometraje es el de las etiquetas. Nadie sabe qué
están tocando, no saben cómo explicarlo. Habiendo una cantidad casi ridícula de
subgéneros, ninguno le cabe a lo que pretenden hacer.
Parece
que Las Marimbas del
Infierno defrauda porque nunca cuaja
su premisa: una banda de heavy metal con marimbas. Sin embargo, esta es su más
valiosa cualidad pues no nos cuenta una historia fantasiosa donde la banda de barrio termina
triunfando. Este largometraje prefiere centrarse en la realidad, nunca despega los pies de la tierra. Nos
cuenta una historia descarnada, sin fantasías ni aspiraciones falsas. No vende
la enorme mentira de que en el mundo de la música el éxito está al alcance de
todos, como lo hacen algunos documentales (Anvil, por ejemplo).
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