lunes, 10 de marzo de 2014

El declive de la civilización occidental: los años del Metal

Por: Lanzaddt

@lanzaddt


Publicado originalmente en HeavyRiff No. 8 | Julio/2013 > http://bit.ly/HeavyRiff8



El Metal es para muchos una bandera que merece alzarse en todo lo alto, sin embargo, a los ojos de otros tantos, lo que existe detrás de la cortina es demasiado decadente como para tomarlo en serio. Debemos reconocer que el mundo de la música tiene dos facetas: una es el sentimiento que percibimos como fanáticos del género: la alegría, el entusiasmo y la pasión que une a muchas personas; y la otra cara de la moneda es el mundo donde los músicos se preocupan por llenar sus bolsillos con dinero, sólo para beber cantidades industriales de alcohol, adquirir drogas al por mayor y justificar los minutos de su existencia en el placer carnal que brinda el sexo fugaz. En esta segunda faceta el Metal no se salva.

          Penélope Spheeris lo sabía muy bien, y es por eso que en el segundo lustro de los ochenta decide realizar: The Decline of Western Civilization Part II: The Metal Years. El trabajo forma parte de lo que más tarde sería una trilogía. Su primera entrega documentó la escena punk de Los Ángeles entre el 79 y el 80; la tercera muestra lo que sucedió con la misma escena en los 90. La segunda parte es el único trabajo que abordó al Metal desde sus entrañas.

Cuando el Metal era popular
El documental nace en pleno auge de los ochenta, nunca antes el Metal estuvo tan cerca del mainstream como en aquella época. Justo cuando el Glam acaparaba la atención de los medios, Penélope decide grabar el lado oscuro de una escena que comenzaba a dar signos de estancamiento. Este es un gran mérito de la directora, pues supo ver ese lado podrido de la música.

          Lo que hace la directora es explorar la cara más decrépita del Metal ochentero, descubriendo un mundo lleno de hedonismo barato donde la imagen y el estilo de vida fueron más importantes que la música. Ahí vemos a un Gene Simmons y a un Paul Stanley enalteciendo las relaciones sexuales como el fin máximo del Heavy Metal.

El lado más podrido del Metal
Esta obra representa un testimonio de lo que el Glam estadunidense le hizo al Metal en general: lo frivolizó, lo volvió un simple artificio cosmético alejándolo completamente de la música. Es el ejemplo perfecto de lo que puede suceder cuando la fama, brindada por los medios, ataca materialmente a un artista.

          Hoy en día este documental no sólo es una obra de culto sino que es considerado como el responsable de la muerte del Glam. Debido a que mostró el lado más putrefacto del Metal estadunidense de los ochenta, varios fanáticos optaron por darle un giro a sus preferencias musicales.

          Mucho tuvo que ver la forma en la que termina el documental, donde vemos a Megadeth en voz de Dave Mustaine (vigente hasta la fecha con un nuevo disco) diciendo que la vida de un rockstar es vacía y que es mejor ponerse a tocar.

Una directora mañosa
Vale la pena destacar que la directora jugó un papel importante en el matiz de su obra. Es decir, ella no se dedicó exclusivamente a documentar lo que veía sino que también provocó el morbo. Hay una famosa escena en la que Ozzy Osbourne aparece en una cocina preparándose el desayuno. Aquello rompía por completo la imagen de maldad que los medios le habían creado.

          Posteriormente se descubrió que la misma directora montó la escena. Lo anterior nos habla de que Penélope buscaba crear una percepción burda del Metal a como diera lugar. Tiempo después tuvo la oportunidad de cumplir su cometido con creces cuando dirigió la película: El mundo según Wayne en 1992.

          Lo interesante es que a casi 30 años de haber lanzado el documental, hoy en día todavía es posible ver mucho de lo que éste muestra, es como si la humanidad no hubiera evolucionado jamás. Así como el Metal sigue tan vivo como lo estuvo en los ochenta, así también su parte más obscena, prosaica y materialista se niega a morir.

Extra: la escena más memorable
Aquí les dejo la entrevista a Chris Holmes, guitarrista fundador de W.A.S.P. Ésta es una de las escenas más memorables del documental, pues condensa todos los elementos del largometraje en un solo momento: una alberca opulenta, un sujeto completamente fuera de sus cabales, alcohol fluyendo como una fuente, y en el fondo la madre del guitarrista viendo cómo su hijo se hunde literalmente. 


No hay comentarios :

Publicar un comentario