Por: George Rico
@george_rico35
El eslogan “Pensar globalmente,
actuar localmente” (el título de la columna no es más que una paráfrasis), nació
en la década de los setenta, cuando el naciente marketing deportivo veía la luz
y reconocía como sus papás a los directivos de la NBA. Su objetivo está
intrínseco en su contenido: buscar trascender de forma internacional realizando
acciones en el ámbito local.
Hasta aquí sin problemas ¿no?, el
problema nace cuando sólo se actúa localmente sin buscar extenderse más allá de
los límites geográficos que han sido otorgados por default; tal es el caso de
la Selección Mexicana. Una potencia dentro de Concacaf (donde se juega un
futbol de tercer mundo, ad hoc con los países que la integran), pero un equipo
“tres estrellas” en el resto del mundo, que se vanagloria de “darle pelea” a
los seleccionados top y se lamenta cuando tropieza con escuadras de igual o
menor nivel que el suyo.
Este verano, el equipo dirigido por
el “vendido” Miguel Piojo Herrera
(cuyo proselitismo es tema de un debate aparte), enfrentará dos torneos: Copa
América y Copa Oro. La enmienda es clara: ganar el torneo local (Copa Oro) y
mejorar el papel dado por el combinado nacional en la pasada Copa América
(donde quedó en último lugar); sencillo, aunque analizando las listas y los
recientes partidos amistosos, el panorama se presenta un tanto escabroso.
Es un hecho que ganará la Copa Oro,
desde ya me animo a pronosticarlo; y es que de no ser así, deben renunciar todos
los que componen la Selección y se debe prohibir el futbol en el país. Pero el
probable –muy probable agregaría– mal desempeño que tendrá en la Copa América
es lo preocupante; un torneo al que se acude por invitación (que todos sabemos
es por la derrama económica que permite la participación del conjunto nacional
y no por otra cosa) y cuyo nivel es claramente muy superior al ofrecido por el
torneo de la Concacaf, debería ser la prioridad si es que de verdad se quiere
trascender en el plano internacional.
He ahí el problema: “si es que de
verdad se quiere trascender”; obviamente no es así. Muchos me refutarán que la
Copa Oro da acceso a la Copa Confederaciones y es el torneo que “le toca” jugar
a México; a lo que yo respondo: hay que trascender, hay que buscar siempre más,
tener hambre de triunfo, tener la obligación de mejorar constantemente, tener
el deseo de superarse. Y eso solo puede ser posible compitiendo frente a los
mejores, México JAMÁS será una potencia futbolística enfrentándose a Honduras,
Jamaica, Costa Rica y Panamá.
Más allá de la siguiente Copa
América, la Selección Mexicana debe pedir competir en Conmebol para las
eliminatorias mundialistas; es un escenario por demás posible: Australia se
anexó a las eliminatorias asiáticas y Turquía hizo lo propio para eliminarse
con los europeos. Dejar la zona de confort, eso es lo que debe hacer nuestro
futbol, aventurarse a competir con rivales más fuertes y superarse, superarse
continuamente, cosa que no puede hacer en su pequeño pedazo de tierra: “Pensar
globalmente, actuar localmente”.
Sin embargo, no me engaño ni los
engaño a ustedes, mientras el futbol nacional, el país mismo, siga siendo
gobernado por connacionales pequeños –muy pequeños– de raciocinio, jamás
trascenderemos; el mexicano es débil por naturaleza, sumiso por genética y
mediocre por raza. Si el hombre no busca trascender en la vida y superarse,
entonces su existencia no tiene ningún sentido, sólo el de perecer y repetir la
historia una y mil veces más.
[Imagen vía i.sdpnoticias.com]
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