Por: George Rico
@george_rico35
Las inverosimilitudes fueron la pauta durante la primera fase de Brasil 2014, donde la lógica brilló por su ausencia –al menos en un porcentaje mayor de encuentros–. Sin embargo, una vez terminada la segunda fase, la primera de eliminación directa (o “mata-mata”, como se conoce en Brasil), la lógica comienza a tomar el control del campeonato.
Se podría hablar de una lógica que impera incluso dentro de
lo ilógico, y me explico con el siguiente ejemplo: en el encuentro entre Costa
Rica y Grecia, lo lógico era que avanzara la selección tica, ya que venía de
eliminar a dos campeones del mundo, pero lo ilógico era la presencia de estas
dos selecciones en octavos de final; en este ilógico escenario triunfó el
equipo que lógicamente tenía más oportunidades.
Pero dejemos de revolvernos, en los ocho encuentros teníamos
a un lógico ganador: Brasil por ser local e históricamente ser superior a los
chilenos; Colombia por traer una inercia ganadora y enfrentar a un Uruguay sin
su mejor hombre y con los ánimos bajos; Holanda por ser históricamente mejor
que México en mundiales y tener mejores jugadores; Costa Rica por lo explicado
en el párrafo anterior; Francia por ser campeona del mundo y tener más experiencia
y calidad que su rival Nigeria; Alemania por ser tres veces campeón y tener
como rival a una selección debutante en esta ronda; Argentina por contar con
uno de los mejores jugadores del planeta y dos campeonatos del mundo en sus
espaldas; y Bélgica por tener una mejor plantilla que la de EE UU.
De esta manera la lógica se comienza a imponer en la justa
mundialista; pero lo ilógico fue la forma en que la mayoría eliminó a su rival:
dos tandas de penales (Brasil y Costa Rica), tres victorias en tiempos extra
(Alemania, Argentina y Bélgica) y una voltereta de último minuto (Holanda).
Sólo Colombia y Francia avanzaron con algo de lógica.
Muchos dicen y dirán que “las distancias se han acortado”,
“ya no hay equipos grandes”, “cualquiera puede ganar”, y un sinfín de molestos
lugares comunes. Nada más alejado de la realidad; yo veo en cuartos de final a cuatro
campeones del mundo (Brasil, Alemania, Argentina y Francia), una selección que
ha perdido tres finales (Holanda), otra que ha llegado a semifinales (Bélgica),
una que se esperaba que llegaría lejos en el torneo (Colombia), y el común
“caballo negro” o la sorpresa/revelación que tienen la mayoría de competiciones
importantes (Costa Rica).
Por lo que sus lugares comunes se materializan en una sola
escuadra: la tica. A menos que Costa Rica sea campeón –suceso que significaría
que el fin del mundo es inminente–, tales “argumentos” quedarán desacreditados.
Los mundiales se ganan con algo más que buen juego –pregúntenle a la selección
mexicana–, se ganan con estirpe. Muchos dicen que “la historia no juega”, a lo
que yo les respondo que aquel que niegue su pasado está condenado a repetirlo.
A fin de cuentas, el pasado es lo único que existe.
En este contexto de octavos de final, la falacia mexicana comandada
por “El Piojo” y compañía fue desenmascarada y mostrada a un “pueblo” que vive
de utopías, de ilusiones y esperanzas mal cimentadas.
Al respecto de esto, siempre he creído que el deporte de un
país es el fiel reflejo de su sociedad; así como dicen que los ojos son la
ventana del alma, digo que el deporte es la ventana de la sociedad de un país.
Y la selección mexicana es una calca de la sociedad mexicana: destinada a
olvidar su historia y, por ende, a repetirla.
Pero regresemos a lo que nos atañe: el futbol. Dentro de la
cancha nos quedó claro que sólo hay una forma para que Brasil sea campeón del
mundo, y no depende precisamente de su habilidad o destreza con el balón, sino
más bien a un milagro deportivo o, en su defecto, arbitral; nos quedó claro –al
menos a un servidor– que el próximo campeón del mundo saldrá del choque entre
Francia y Alemania; nos quedó claro que Argentina no trae nada y que
posiblemente sucumbirá ante Holanda en semis (siempre y cuando la lógica dentro
de lo ilógico siga imperando); nos quedó claro que los 11 jugadores ticos
pasarán a la historia por los siglos de los siglos; y también nos quedó claro
que Holanda está destinada a ser el mejor subcampeón de la historia y que
Bélgica tiene oportunidad de igualar su mejor papel en mundiales.
Sea como fuere, ya tenemos a los ocho equipos que se
enfrentarán en cuartos de final por el trono que dejó vacante España. Y mis
pronósticos son: la lógica de lo ilógico seguirá triunfando, por lo que pongo
como semifinalistas a Brasil, Alemania, Holanda y Argentina.
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