Por: Roberto Carlos Guel Gómez
En este pequeño ensayo me propongo hacer una reflexión en torno a dos
formas de hacer política en México, dos formas diferentes e incluso contrarias,
pero que forman parte de la vida política de este país.
Considero que
reflexionar sobre la política mexicana es realmente una de las necesidades más
grandes de nuestros días, ya que esto nos permitirá dos cosas que son fundamentales
para toda política: primero nos permite tener una postura crítica frente a las
distintas formas de hacer política y; también nos permite encontrar propuestas
viables que nos reorienten hacia una política mejor. Para realizar este trabajo
nos apoyaremos en el libro Aprender a
escuchar de Carlos Lenkersdorf y en los siete principios del
mandar-obedeciendo del EZLN que podemos leer en varios de los comunicados que
han hecho los indígenas.
Al contrario de lo que usualmente hace la mayoría de la filosofía – que
busca realizar las reflexiones desde lo abstracto sin mirar a las
circunstancias – creo que es necesario ver a la política desde la forma en que
se está dando en nuestros días. Eso no quiere decir que nuestra reflexión sea
superficial, más bien, indica que nuestro camino reflexivo parte de la realidad
que vivimos nosotros, para conformar un proceso de abstracción vinculado
directamente a la política mexicana actual.
En México la política institucional – es decir los partidos políticos y
sus diferentes puestos dentro del aparato gubernamental – han demostrado estar
totalmente ajenos a las necesidades de la población mexicana. Mucho se ha dicho
al respecto, “que la política es una basura”, “que no importa lo que ellos
hagan, nosotros perdemos”, “que no hay nada que hacer porque siempre será así
la política”, etc., sin embargo, creo que como población adolecemos de algo
fundamental, no sabemos qué podemos hacer al respecto, podemos quejarnos mucho
de los políticos pero no sabemos cómo cambiar la forma en que hacemos política.
Quizá debamos poner más atención y girar nuestros oídos hacia una voz que
ha estado ahí por años, que han tratado de cañar, pero que, grita con fuerza
que otro mundo es posible. Nos referimos a la voz indígena. Esa voz que lleva
tiempo tratando de llegar a nuestros oídos y que no hemos escuchado por
diferentes razones, ya sea por la campaña mediática que trata de ocultarla, por
la falta de atención, porque creemos que es algo ajeno a nosotros, etc., y sin embargo aún estamos a tiempo para abrir
nuestros oídos.
A diferencia de la política institucionalizada - enfocada en aprovecharse
del poder político para beneficiarse - está la que se hace al interior del EZLN,
la cual, está enfocada enteramente en buscar el beneficio de todos los
integrantes de la organización. Cumplir con dicho objetivo, hace necesario que
las personas que participen en la política tengan esa convicción de buscar el
beneficio de todos y, para ello, es necesario una ética que pueda ver más allá
de las necesidades propias. Para hacernos una idea de ese tipo de ética podemos
ver los siete principios del mandar-obedeciendo, que son la base del quehacer
político zapatista, los principios son los siguientes:
1.
Servir
y no servirse
2.
Representar
y no suplantar
3.
Construir
y no destruir
4.
Obedecer
y no mandar
5.
Proponer
y no imponer
6.
Convencer
y no vencer
7.
Bajar
y no subir
Estos principios nos servirán de base para ir analizando a la política
institucional de México. De ellos podemos aprender mucho y podremos buscar otra
forma de hacer política. Como orden de exposición tomaremos la lista de estos
principios.
Comencemos por entender a que se refieren los zapatistas, al proponer el
“servir y no servirse” como uno de los pasos a seguir para encontrar una
política que busque el beneficio de todos. El punto es muy claro y conciso, la
política no debe de servirse de los poderes que se les concede como
representantes de la población, sino todo lo contrario, para que la política
sea benéfica para todos, tiene que trabajar escuchando las necesidades de las
personas y ocuparse en resolverlas. Cuestión que como bien sabemos ha sido
escaza – sino es que nula – en la política institucionalizada de este país. Sí
solo podemos ejercer una política privativa, entonces, no estaremos haciendo
más que una política egoísta. Como podemos ver, que la política sea servicial
significa que se busca atender las necesidades de todas las personas y no sólo nuestras
necesidades.
Pero como bien sabemos si hay algo que caracteriza a la política
institucional de nuestro país, es su desvinculación con las personas a las
cuales en teoría tendría que representar. Esa desvinculación ha provocado que
las decisiones políticas que se han tomado en los últimos años, sean totalmente
ajenas a las necesidades de las personas. Este es uno de los puntos
fundamentales por los cuales la política mexicana es vista con malos ojos, ya
que se ha visto que no importa qué partido esté en el poder, cualquiera de
ellos buscará actuar de manera unilateral frente a las necesidades de las
personas. Y precisamente esta cuestión está vinculada con el punto número dos
de la lista: el cual es “representar y no suplantar”.
Este último punto creo que es fundamental para toda política. No suplantar
significa ser realmente representantes de los intereses de los representados,
es decir, no suplantar significa no ejercer una política privativa que sólo
busque el beneficio propio. Para ser realmente representantes de una población
tenemos que saber cuáles son sus necesidades, y para saber sus necesidades,
tenemos que escuchar las voces de las personas. Aquí es donde se vincula el
escuchar y la política.
En el libro de Aprender a escuchar[1] podemos ver que la escucha es un
proceso que se da «entre iguales» y en donde se pone «atención» a lo que se nos
dice. Y si relacionamos la escucha con la política se produce algo muy valioso.
Lo primero que me gustaría señalar es la cualidad de «entre iguales» que tiene
que darse entre el político y las personas, cuestión que bien sabemos que en la
política institucionalizada no es el caso.
Si hay algo distintivo de los
políticos de este país es su carácter altivo, ya que no se relacionan
directamente con las personas a las cuales representan, y por lo mismo, no
pueden escuchar y «atender» las necesidades de la población. Poner «atención»
significa tener una vinculación directa entre el rumbo de la política y lo que
la gente quiere.
El tercer punto de la lista es sumamente importante, tiene que ver con
atender a las necesidades de las personas representadas. “Construir y no
destruir” significa atender las necesidades de las personas, ¿en qué sentido?,
bueno, en la medida en que sepamos qué necesitan las personas podremos «construir»
los mecanismos gubernamentales necesarios para que la vida de las personas se
vea beneficiada. El caso contrario sería tomar las decisiones de manera
unilateral, y en ese sentido, estaríamos «destruyendo» la finalidad de la
política. Sin embargo, aún hay otro significado de «construir» políticamente, y
éste es, el trabajar en conjunto entre representantes y representados para
crear las políticas necesarias para la sociedad. Y en ese sentido, la política
zapatista propone una política activa por las dos partes, lo cual, exige que
las personas se relacionen con las actividades públicas que le conciernen a la
política y no dejar que los políticos hagan lo que quieran.
Cuando los zapatistas proponen “obedecer y no mandar” están considerando
algo que es fundamental y que por desgracia no tenemos, primero que nada tenemos
que señalar que lo importante de este punto es que los políticos dejen sus
posturas autoritarias, para, «obedecer» a lo que el pueblo ordene. Pero, para
que los políticos obedezcan es necesario que las personas intervengan en las
discusiones sobre los asuntos públicos. Esto implica que los ciudadanos no solo
tienen que elegir un representante, sino que, tienen que trabajar en conjunto
con él para resolver los problemas que les aquejan. ¿Pero cómo podemos
construir un plan político adecuado, si cada uno de nosotros tiene intereses
diferentes?
Aquí entra el siguiente punto de la lista, el cual es “proponer y no
vencer” cuestión quizá sea la que nos cueste más trabajo. Después de años y
años de una práctica política privativa que siempre busca el beneficio propio,
será difícil buscar las prácticas políticas necesarias para que el beneficio de
todos sea lo primordial. Sin embargo, en la «escucha» podemos encontrar algunas
herramientas que nos permitan salir de esas prácticas enfocadas sólo en
nosotros, para, pasar a una política mucho más comprometida con todas las
personas.
Si algo caracteriza a la escucha es que puede poner atención a las otras
personas, esto significa, que podemos ponernos en el lugar del otro. Y con
ello, se produce un «reconocimiento mutuo» entre las personas, se reconocen las
necesidades del otro y éste reconoce mis necesidades, y de esta forma,
superamos el carácter unilateral de la política. Esta cuestión alimenta a una política
positiva, ya que nos permite acercarnos al otro y no enfocarnos sólo en
nuestras necesidades. De esta forma las propuestas no buscarán el beneficio
propio, sino, buscarán el beneficio de todos los ciudadanos.
Y para que esto sea posible, es necesario que todos participen de las decisiones
que se toman. Y eso implica que exista un diálogo entre los conciudadanos, un
dialogo entre iguales que están dispuestos a escuchar lo que tienen que decir
las otras personas. Esto se conecta perfectamente con el sexto punto de la lista:
“convencer y no vencer” busca señalarnos que la política – si busca el
beneficio de todos – tiene que ser el resultado de un proceso de argumentación
y toma de decisiones entre las personas. Cuestión que es sumamente compleja,
pero que, si consideramos la escucha del otro y recordamos que lo que se busca
es el beneficio de todas las personas, podemos llegar a encontrar la
argumentación necesaria para convencer a nuestros conciudadanos. Si dejamos de
lado la política privativa, entonces, dejaremos de lado los intentos por vencer
políticamente, para, pasar a la argumentación y el convencimiento de las
propuestas.
Y finalmente encontramos el último punto de la lista, y el cual en cierra
lo que hemos venido diciendo desde el inicio de este ensayo, “bajar y no subir”
enfatiza la necesidad de una política interesada en las
necesidades. Ver y procurar por los de abajo significa preocuparse por las
necesidades de los más necesitados. Y no buscar subir, enfatiza que el político
tiene que tener la entereza ética como para no beneficiarse del poder y los
recursos que se le confieren.
Para concluir, quiero mencionar de manera general los puntos que fuimos
señalando a lo largo de este ensayo. En busca de «otra» forma de hacer
política, nos encontramos con los siete principios del mandar-obedeciendo del
EZLN, la cual, es una política que se caracteriza por buscar el beneficio de
todas las personas, dejando de lado la política demagógica que se realiza de
manera institucional. Dicho quehacer político, se caracteriza por estar
enraizado con el pueblo, con sus necesidades y sus decisiones, y busca obedecer
a las necesidades de las personas, deja de lado las posturas egoístas, para
adentrarse en el beneficio común. Y en ese sentido, escucharse entre todos los
ciudadanos es un asunto primordial, escuchar para saber del otro, sus
necesidades, sus ideas; pero también, para que los otros me reconozcan. Con
ello, la política toma un papel positivo y comienza a construir las políticas
públicas necesarias para que «los de abajo» tengan una mejor condición de vida.
BIBLIOGRAFIA:
·
Lenkersdorf, Carlos, Aprender a escuchar,
México, Plaza y Valdes, 2008.