George Rico
@george_rico35
Un aspecto inherente de los países
tercermundistas y una cualidad por antonomasia de la idiosincrasia mexicana es
la falta de paciencia. El pueblo mexicano –al menos la mayoría– parece tener
una incapacidad para esperar, para aguardar pacientemente el resultado de
“algo”.
El estereotipo de un mexicano marca
que es un ser visceral, una persona que se deja guiar más por sentimientos que
por raciocinio, le da preferencia a lo que dicta su estómago sobre lo que
sugiere el cerebro. Esta “particularidad” se observa en todos los ámbitos,
incluido el tema de la presente columna: el futbol.
La semana pasada (18-24 de mayo) se
anunció el cese de cuatro directores técnicos, que se sumaron a dos previos, es
decir, la tercera parte de los 18 equipos de la Liga MX tendrán nuevo estratega
para el próximo torneo.
El futbol es de resultados, no hay
duda sobre ello, pero esos resultados dependen de la materia prima con la que
se disponga y una serie de factores que influyen directa o indirectamente en el
funcionar del plantel, sumado claro está, a la capacidad del propio estratega.
Estos puntos, guiándose con los objetivos que se hayan planteado previamente,
deberán componer el análisis pos-torneo para determinar si un técnico continúa
o no al frente de un equipo, sea cual fuere.
Monarcas, Tijuana, Puebla, Atlas,
América y Cruz Azul decidieron cortar a sus respectivos DT’s; cada uno de ellos
por razones particulares, obviamente, aunque con una coincidencia: no cumplir
con lo establecido. Pero, ¿qué es exactamente lo que demandaba cada uno de
estos equipos?
El caso de Monarcas era algo sabido
desde la primera parte de la temporada, el cese de Alfredo Tena y el interinato
de Roberto Hernández presagiaban que el equipo contrataría un nuevo DT al final
del torneo. Enrique Meza fue el elegido de la directiva para tomar el cargo,
recurriendo a su experiencia para pelear por no descender el próximo año
futbolístico.
Puebla echó al Profe Cruz pese a haberse salvado del descenso en la última fecha;
no es de extrañarse, los Camoteros se
salvaron gracias a Leones Negros, además de que es un equipo acostumbrado a
realizar numerosos cambios de un torneo a otro, situación que lo tiene metido
en los problemas que se encuentra.
Las situaciones de Atlas y Tijuana
son un tanto parecidas, pareciera que ambas instituciones estaban en armonía
con sus respectivos técnicos, pero de repente se terminó el amor. El haber sido
eliminado en la fase de grupos de la Copa Libertadores y ante Chivas en la liguilla fueron motivos
suficientes para que Tomás Boy saliera de los Zorros; mientras que los Xolos
rozaron un futbol espectacular bajo el mando de Daniel Guzmán, pero el equipo
se cayó dramática e inexplicablemente en la segunda parte del torneo.
El hecho de haber sido goleado en la
última fecha ante un equipo eliminado y a sabiendas de que con un triunfo
calificaban a la liguilla, fue el pecado que le costó la cabeza al Travieso Guzmán, sin embargo creo que
debieron haberle dado más tiempo.
Cruz Azul cesó a Luis Fernando Tena
tras dos temporadas sin calificar a la liguilla; totalmente comprensible su
salida, aunque la directiva parece no ver que el verdadero problema está en la
plantilla. El equipo necesita un cambio, rejuvenecer a sus jugadores y
comprender que ésta generación ya no los puede hacer campeones, tuvo su
oportunidad pero el ciclo de los actuales futbolistas llegó a su fin.
El caso de América no deja de
parecer extraño, la directiva hizo un gran esfuerzo para traer a Gustavo Matosas,
sin embargo lo despidió con tal facilidad que se presta a mil especulaciones;
de los seis cambios es el que menos lógica tiene.
Cambios, cambios y más cambios, que
ya no son de extrañarse pero sí ponen a reflexionar; pareciera
que los
directivos tienen la misma reacción química que experimentan los adolescentes
durante sus noviazgos: el hecho de terminar e iniciar relaciones los llena de
un éxtasis momentáneo que cada vez dura menos.