martes, 29 de octubre de 2013

La importancia de la escucha

Por: Roberto Carlos Guel Gómez












En este pequeño ensayo me propongo analizar la importancia de las reflexiones hechas por Carlos Lenkersdorf en Aprender a escuchar. La elección de este tema surge a partir de la necesidad de comprender cómo se podría establecer un diálogo real que nos permita entendernos como una sociedad pluricultural. A su vez, el contexto actual de nuestra sociedad en donde grupos indígenas exigen ser escuchados por la sociedad mexicana, nos alienta a que pensemos en qué sentido y qué importancia tiene que los diferentes grupos indígenas sean escuchados. De ahí consideré la pertinencia de este trabajo.

Comencemos por hacer una distinción analítica para entender claramente a qué nos referimos cuando hablamos de la escucha. Existe una gran diferencia entre lo que podemos denominar "oír" y escuchar, podemos decir que oímos un sin número de cosas, sin embargo, escuchamos muy pocas. Por ejemplo, a lo largo del día percibimos un sin número de ruidos que están a nuestro alrededor y que aunque entran a nuestros oídos no retienen nuestra atención, ha eso es lo que llamamos oír. Escuchar en cambio es una actividad que necesita de la atención de las personas, atención que se enfoca en entender aquello que se nos dice.

Como primera impresión puede parecernos que esta distinción es demasiado sencilla, cualquiera sabe que no es lo mismo oír que escuchar, sin embargo, el problema que encontramos es que aunque creemos saber qué es escuchar, la situación actual de la sociedad nos demuestra que no nos escuchamos. Para mostrar este problema podemos ver la situación que viven algunos grupos indígenas: en las últimas décadas se han desatado un sin número de peticiones por parte de grupos indígenas que exigen ser reconocidos y respetados por la sociedad mexicana. Sin embargo,  poco o nada de estas exigencias ha sido tomada en cuenta ¿Por qué? Por la falta de atención que tenemos hacia lo que se nos dice.

Por ahora tenemos dos cuestiones importantes que nos invitan a pensar por qué es importante analizar la escucha, la primera es que existe una diferencia entre oír y escuchar y, la segunda es que aunque sabemos esto entre nosotros no nos escuchamos. ¿A qué se debe esto? Si buscamos analizar este problema desde la lengua podemos ver que, como señala Lenkersdorf, las lenguas se componen de palabras que se hablan y escuchan, esas son las dos realidades de las lenguas: el hablar y el escuchar en conjunto conforman la unidad de las lenguas. Sin embargo, encontramos que la escucha no es una prioridad dentro de las lenguas occidentales y que más bien se enfatiza la capacidad de hablar. Esto sucede porque se cree que el habla es un proceso activo y; la escucha un proceso pasivo. Y en una sociedad como la nuestra en donde se busca enfáticamente ser un “sujeto activo” la escucha se cree, es algo que tiene una importancia de segundo rango, por ello, se cree que es un proceso pasivo en donde sólo se recibe del otro.

Sin embargo, como mencionábamos anteriormente, la escucha es un proceso que necesita de la atención de las personas para comprender lo que se les dice. Esto contradice lo concepción occidental, en la cual se cree que la escucha es un proceso pasivo. Cómo llegamos a esta conclusión, la cuestión es simple pero importante: si analizamos la manera en cómo percibimos los sonidos que están a nuestro alrededor, podemos ver claramente que sólo en la medida en que nuestra atención se esfuerza por comprender esos sonidos, es que podemos escuchar lo que se nos dice.

La importancia de este asunto radica en que si únicamente enfatizamos el habla, entonces, sólo estamos poniendo atención a uno de los dos componentes del lenguaje. Y como señala Lenkersdorf "Si no se habla, no se escucha ninguna palabra, y si no se escucha se habla al aire"[1]como podemos ver el problema es claro, si solo enfatizamos el habla entonces no podremos escuchar al otro.

El problema es grave, si no podemos escucharnos ¿Cómo podemos comunicarnos? Por ello es que estamos mostrando que la escucha es de suma importancia, creemos que hoy en día nuestra sociedad necesita que los individuos se escuchen entre sí. ¿De qué otra forma podemos resolver los problemas que tenemos sino comunicándonos? Bueno parece evidente que necesitamos escucharnos, la pregunta ahora es ¿Cómo lo hacemos? Y sobre todo ¿Cómo nos escuchamos en una situación en donde existen numerosos grupos étnicos diferentes? Desde la perspectiva de Lenkersdorf si realmente buscamos escuchar al otro, tenemos que considerar el lugar desde donde nos están hablando.

En otras palabras, para tener que entender una lengua tenemos que hacerlo desde la perspectiva del hablante, sólo en la medida en que consideremos el contexto desde el cual nos hablan podremos entender aquello que se nos dice. ¿Por qué es importante el contexto del hablante? Porque el sentido en que se nos dicen las cosas está conformado desde el contexto histórico-cultural.

En ese sentido, Lenkersdorf nos estaría señalando que la escucha necesita tener en consideración el sentido en el que el “otro” nos habla y esto sólo es posible si vemos el contexto del hablante. Con este tipo de postura, encontramos una opción muy favorable para los problemas sociales que se dan en sociedades compuestas de numerosos grupos étnicos, ya que nos permite escuchar al otro con su propia voz. Cuestión que ha hecho falta en el México actual en donde la sociedad “dominante” no ha querido escuchar a los indígenas y en donde más que escucharlos se ha tergiversado el sentido de las exigencias de los grupos indígenas.



Además, otro de los puntos favorables por los cuales apelamos a la escuchaes que si los diferentes grupos étnicos se comunican entre sí, se establece una retroalimentación entre los participantes del diálogo. Con lo cual podríamos enriquecernos mediante el intercambio de conocimientos, pero para ello, es necesario alcanzar a escuchar el otro con su propia voz.

Como hemos visto, la falta de atención y la incapacidad de escuchar la voz del otro han sido algunas de las causas por las cuales no se ha establecido un verdadero diálogo entre las distintas etnias de este país. Pero ¿qué otras cuestiones imposibilitan alcanzar un verdadero diálogo?

Como bien señala Lenkersdorf toda lengua tiene se propia cosmoaudición[2]esto quiere decir que en el lenguaje de toda cultura tiene su configuración particular y, en la cual, podemos ver características específicas de los valores de dicha cultura. Por ejemplo, si analizamos la lengua tojolabal podemos percatarnos que la palabra tojolabal 'ab'al se refiere a la lengua o palabra escuchada y, la palabra k'umal corresponde a la lengua o palabra hablada, en ese sentido, en la lengua tojolabal - y la cultura tojolabal en general -se enfoca en poner atención a estos dos aspectos. A esto es la que se refiere Lenkersdorf al referirse a la cosmoaudición. ¿Qué sucede en nuestra lengua? Encontramos que existe la palabra “escuchar” sin embargo, ésta no tiene la misma importancia que el habla. ¿Por qué? Como ya señalamos, en nuestra cultura damos más importancia al habla.

¿Qué sucede si llevamos este análisis de la cosmoaudición a nuestra lengua? Nos podemos percatar de algunas de las causas por las cuales el diálogo no ha sido posible. Por ejemplo, si analizamos el sentido en que nos referimos al otro cuando hablamos, podemos ver que continuamente nos referimos a un “yo” que le habla al otro. Cuando decimos cosas como “Te estoy hablando”, “Te voy a decir”, “Hablaré contigo” etc., siempre se hace énfasis en un “yo” que le habla al otro. Y en ese sentido, la cosmoaudición de nuestra propia lengua nos muestra que socialmente le damos prioridad a un “yo” por encima del “otro”. ¿Será esta una de las causas por las cuales no hemos podido escuchar a los indígenas? Desde la perspectiva de Lenkersdorf sí. ¿Ante esta situación qué podemos hacer? Pues cambiar la lógica mediante la cual nos hemos relacionado con los indígenas, eso supone dejar de verlos como un “otro” al cual le voy a enseñar cómo son las cosas. En ese sentido, como bien señala Lenkersdorf la verdadera escucha exige que los participantes en el diálogo se reconozcan mutuamente como iguales.

¿Qué otras consecuencias podemos sacar de este reconocimiento mutuo? Podemos ver porque hasta ahora los supuestos diálogos del gobierno con las comunidades no han sido reales sino una práctica demagógica. Las ocasiones en las cuales el gobierno ha entablado diálogo con las etnias lo han hecho desde una postura paternalista, en donde lo que buscan fundamentalmente es “enseñarles” cómo es que serán integrados en el proyecto nacional. Únicamente en 1996 cuando se firmaron los “Acuerdos de San Andrés” se estableció, hasta cierto punto, un diálogo en donde se dio el reconocimiento mutuo. Sin embargo, como bien sabemos esos acuerdos sólo fueron firmados pero nunca llevados a la práctica, después fueron reajustados a lo que el gobierno entendía como necesario, olvidando nuevamente la voz de los indígenas. Si realmente buscamos un diálogo entre los diferentes grupos tenemos que reconocer el valor que tienen los “otros” y; a su vez ese “otro” tiene que reconocer el valor que tengo como miembro de un mismo contexto histórico-social. En ese sentido, con el mutuo reconocimiento tenemos que la escucha nos exige una postura incluyente, nos enfatiza mirar, reconocer, respetar, valorar y escuchar lo que el “otro” es.

Como decíamos, escuchar es una necesidad para resolver los problemas, ¿qué nos dice la negativa del gobierno a escuchar los pueblos? Como bien señala Lenkersdorf puede que exista una negación a querer escuchar, el gobierno al reajustar los “Acuerdos de San Andrés” lo único que hizo fue mostrar su negativa a escuchar al otro, así como su etnocentrismo, que cree tener la razón sobre lo que los “otros” necesitan. Pero como señala Lenkersdorf:

“Si escuchamos, ya no afirmamos y tampoco podemos afirmar que ya sabemos lo que les hace falta a los otros. Tampoco podemos sostener que ya no tienen que hablarnos porque ya lo sabemos lo que nos toca escuchar de ellos. La actitud que pretende que ya sabemos lo que nos dirían es una manera de no querer escuchar. No importa de quién se trata, la pretensión de ya saber lo que quieren decirnos significa el endurecimiento de nuestro corazón que no quiere escuchar, no quiere acercarse al otro y fijarse en sus palabras. El no querer escuchar equivale al rechazo del nosotros.” [3]
¿Por qué no escuchar al “otro”? ¿Qué implicaciones tendría esto? Como decíamos la escucha requiere del reconocimiento mutuo, si el gobierno llevara a cabo este reconocimiento tendría que abandonar ciertas prácticas sociales, pero, sobre todo tendría que abandonar su postura de “superior” frente al indígena.

Lo que estaría enfatizando Lenkersdorf es que para poder alcanzar un diálogo real es necesario que se establezca cierta nivelación social entre los participantes, es decir, si queremos escuchar la voz del otro tendríamos que dejar de catalogarlo como un «otro inferior a mí». En ese sentido, la escucha tendría que ser una actitud incluyente y dignificante, ya que se ve en el otro a alguien «diferente a mí, pero, que tiene el mismo valor».

Por cuestiones de extensión este análisis sobre la escucha no puede extenderse más. Sin embargo, los puntos que fueron analizados son de suma importancia y, sobre todo, son reflexiones que nos remiten directamente a pensar nuestro presente, cuestión que consideramos sumamente valiosa. Además, con lo que hasta ahora encontramos tenemos el inicio de una postura mucho más abierta hacia los «otros» que también tienen algo que decirnos. La situación en que se encuentra nuestra sociedad muestra la necesidad de escucharnos entre nosotros, por ello, creemos que este ensayo tiene cierto valor para comprender mejor nuestro presente, pero sobre todo, para mejorar el tipo de relación que mantenemos entre nosotros. Para finalizar, recapitulemos los puntos más importantes que encontramos en torno a la escucha a lo largo de este ensayo.

Al inicio del ensayo, distinguimos entre “oír” y escuchar señalando que oír es simplemente percibir sonidos y, en cambio, para escuchar necesitamos poner «atención» en lo que nos dice el «otro». A su vez, encontramos que para escuchar realmente la voz del «otro» necesitamos entender el contexto desde el cual nos hablan y, en ese sentido, nos percatamos que la escucha es una actitud que entiende lo dicho desde el contexto en el que se habla, con lo cual, el entorno del «otro» es incluido.

También encontramos que la lengua se compone de palabras que se pronuncian y que tienen que ser escuchadas, con lo cual mostrábamos la necesidad de la escucha para conservar la lengua en su forma completa. Más adelante vimos con el término cosmoaudición, que en el tojolabal sí considera la escucha como una parte importante y; en cambio, en nuestras lenguas el escuchar es considerado como una actividad de segundo rango.

 Para mostrar los problemas que surgen si nos enfocamos únicamente en el habla, mostramos los problemas que se han dado por la incapacidad de escuchar la voz de los indígenas, por ejemplo, el error de corregir los “Acuerdos de San Andrés” desde la perspectiva de la clase dominante. Como intento de solución a este problema, encontramos que para que se dé diálogo real en donde se escuche al otro, es necesario el reconocimiento mutuo entre los dialogantes. Esto quiere decir, que es necesario reconocer el valor que tiene lo que dice el «otro», con lo cual, se dignifica al «otro» por el valor que tiene. Y finalmente, encontramos que un diálogo real sólo es posible si escuchamos al «otro» si lo veo como un igual a mí, es decir, si abandonamos una postura que considere al «otro» como un «inferior a mí».

Finalmente podemos decir, que la escucha es importante porque pone la «atención» en lo que nos dice el «otro»; porque considera el contexto socio-cultural del «otro»; porque reconoce el valor de las «otras» personas; porque dignifica a las personas mediante el reconocimiento mutuo y; finalmente, porque elimina las posturas excluyentes que ven al «otro» como un «inferior a mí». Por todo ello, es que creemos y enfatizamos que es necesario escucharnos entre nosotros.




[1]Lenkersdorf, Carlos, Aprender a escuchar,México, Plaza y Valdes, 2008, Pág., 13.
[2]Ibíd. Pág. 23.
[3]Ibíd. Pág. 42. 


BIBLIOGRAFIA:
·       Lenkersdorf, Carlos, Aprender a escuchar, México, Plaza y Valdes, 2008.

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