domingo, 13 de octubre de 2013

EL ARTE DE LA GUERRA


Por: Pedro Iván Galeana Ramos




















Para poder iniciar, consideramos de suma importancia hacer referencia a  Sun Tzu, quien es el creador de nuestro tema, para ello mencionaremos brevemente quién fue: muchos estudiosos coinciden en que Sun Tzu  fue un general chino que nació en la provincia de Ch”i alrededor del siglo V antes de Cristo, durante la época de los conflictos creados por la expansión de los reinos feudales.

Hablar del arte de la guerra, es reflejar la grandiosa sabiduría de Sun Tzu, quien  en todos sus escritos siempre quiere dejar en claro y con precisión, diversos puntos que se deben de tomar en cuenta para una guerra, pero reflexionamos que esa filosofía no sólo funciona para una guerra  de poderes; sino en diversas “guerras” que vivimos en nuestro día a día, donde luchamos muchas veces contra nosotros mismos e incluso con nuestros ideales, esto por  las diversas situaciones a las que nuestro mundo actual nos ha estado orillando.

Es por eso que a pesar de que el Arte de la guerra ya es muy antiguo actualmente, se sigue reflexionando sobre lo escrito ahí, ya que si nos detenemos a estudiarlo detenidamente, encontramos realidades a fondo que nos pueden ayudar a llegar a mejores situaciones y triunfos, e incluso a cambiar una forma de pensar en algunas cosas; es decir, podemos actuar, como dice Sun Tzu , con cautela y con mucha inteligencia, pero esta inteligencia no se obtiene en un segundo, sino que conlleva diversas modificaciones en nuestra forma de actuar, y que se deben llevar a cabo de una manera estricta, ya que la disciplina es fundamental en este proceder.

Sun Tzu plantea diversos principios, pero ponemos como principales donde se menciona  que “toda guerra estará realmente basada en el engaño”, y que “el arte supremo de ésta es vencer al enemigo pero sin luchar”, por lo tanto podemos decir que cuando estamos en una  guerra, es posible que se triunfe sin tener la necesidad de mostrar todas y cada una de nuestras armar al enemigo, si nos mostramos como somos, evidenciamos nuestras virtudes, nuestra fortaleza, nuestro poder, pero también damos a conocer nuestras debilidades, el punto débil que tenemos y esto puede ser fatal para nosotros.


Dar todo lo que se tiene como recurso, ya sea humano o material, en una guerra, significará no tener alguna reserva, no debemos agotar todo nuestro material en un solo combate, se debe de ir definiendo paso a paso , ya que una guerra es todo un proceso que nos puede llevar a una vida mejor o simplemente a la esclavitud.

Al hablar de esclavitud me refiero no solo a la que implica estar físicamente a la disposición de otro, como ya mencioné al principio, pues una guerra puede serla en muchos aspectos: desde un ámbito laboral, con la familia, amigos , etc., situaciones que nos lleven a obtener o perder algo, es por eso que Sun Tzu da una serie de estrategias, y que al seguirlas tal y como las indica, nos llevarán al éxito, o al menos no estaremos totalmente derrotados y sin más razón para seguir en la guerra cotidiana.

Hablemos específicamente de sus estrategias, iniciando  con aproximaciones, donde decimos que si bien es importante luchar para poder sobrevivir a cuyas situaciones que se han complicado o nos han llevado al extremo, también es de considerar todos los aspectos antes de adentrarse o tomar una decisión de guerra, ya que así como la destrucción de otros pareciera beneficiarnos, su aniquilación no será sencilla, porque la otra parte también desea sobrevivir.

Por esto se deben tomar datos básicos como la moral, porque conoceremos de justicia, bondad, igualdad y al estar en guerra y aplicarla (la moral) nos llevará a ser más inteligentes al actuar; el clima, puesto que es importante conocer a dónde vamos y en qué condiciones subsistimos para ver si somos capaces de vivir en otro lugar, además sabremos si hay atajos, caminos rocosos.

El mando es otro dato, éste será la base si contamos con jefes sabios: sabrán cuándo actuar, podrán ver si se necesita cambiar de estrategia y en qué momento hacerlo, el líder dirige y lleva porque se cree en él, en su justicia, en su actuar , en que gracias a su guía se logrará el objetivo, esto nos indica que no podemos andar por la vida sin unas reglas que seguir, que siempre y en todo lugar habrá quién nos indique cómo hacerlo mejor.

El arte de la guerra nos plantea algo muy importante, algo que incluso nos suscitan con mucho detalle “el planear”, sí, porque cuando se crea un plan, éste se debe evaluar a fondo, y con gran criterio y objetividad, saber hasta dónde somos capaces de llegar, conocer a nuestro enemigo: qué necesita, qué le hace falta, cuál o cuáles ventajas tengo sobre él  y cuáles tiene sobre mí, o si tiene herramientas necesarias para combatir o para pelear tranquilamente. 

Es muy importante conocer al enemigo, saber si tiene más aliados o está solo, y así poder atacar de forma que ni siquiera lo sienta, es decir, hacer creer que lo atacamos por  un lado, pero hacerlo por otro; hacerlo que pierda control de la situación e incluso del tiempo, que se desespere, ya que un desesperado pierde la razón, se hace débil.

También hay que lograr, si el enemigo es un grupo numeroso, que se distancien entre ellos, que no tengan un mismo objetivo, ya que pelear  contra más de uno es más complicado.
La dirección es, como ya mencionamos, la parte que nos puede dar seguridad, o todo lo contrario, y como el objetivo de la guerra es ganarla, se debe contar con todos los recursos necesarios para lograrlo, no sólo los materiales sino los humanos principalmente. Además, quien dirige sabrá en qué momento retirarse.

Si se desea ganar, una guerra muy larga no servirá de mucho, ya que al final del camino habremos perdido mucho tiempo y quizás tengamos pocos recursos para entonces.

Las guerras nunca deben ser demasiado largas, busquemos optimizar recursos, y si durante el andar de la beligerancia tenemos prisioneros, no debemos acabarlos, o humillarlos inteligentemente, debemos orillarlos a unirse a nosotros y así iremos creciendo.

De la misma forma, así como no se debe acabar con el recurso humano, también cuidaremos el material: no podemos ganar un enfrentamiento destruyendo todo a nuestro paso, ya que al ganar encontramos sólo ruinas, pudrición, miseria y desesperación; por el contrario, hay que atacar sin mayor destrucción, sin acabar con todo, este triunfo será mas fructuoso para nosotros.

Al hablar de nuestra ofensiva, ésta debe ser siempre cautelosa y tomando los aspectos ya mencionados, combatir no sólo se trata de matar o acabar al enemigo, se trata de obtener la victoria, que nos traiga fortuna en algún aspecto.

Es por esto que debemos saber con qué contamos para la lucha,  armarnos de todas las herramientas necesarias para la pelea, ver incluso cuánta gente nos llevaremos, para medir cuánto gastaremos, ya sea en transporte o comida, las cuales serán fundamentales.

Por si fuera poco, siempre debemos de estar bien armados de herramientas y de sabiduría o conocimientos. Ahí es donde entra nuestro dirigente, quien nos guiará al mejor camino, y evitará a toda costa llevarnos o ponernos en apuros. 


Tener energía al dirigir a muchos es igual que tenerla para dirigir a uno solo. Se debe actuar con pasos firmes, más que gastar toda la energía en un solo movimiento.

Debemos tener la suficiente energía para saber adaptarnos a toda situación o terreno, ser capaces de sobrevivir bajo las circunstancias que sean, sin perder equilibrio o fuerza, así mismo, debemos saber maniobrar, hacerlo desde un principio, sin perder pista de lo que se ha planteado como objetivo.

Sun Tzu da también nueve recomendaciones para una guerra, tales como no acampar en depresiones de terreno, o terreno despejado, el cual debe ser de fácil comunicación para nosotros.

Finalmente, quiero recalcar sobre el terreno, que será nuestra mejor arma si la sabemos definir, ya que un territorio puede ser de fácil acceso, o nos puede confundir, o simplemente no sabemos cómo sea, quizás muy cercano o quizás muy lejano, pero lo que si debemos tomar en cuenta es que debe ser el que mejor podamos atravesar, y nos permita tener ventaja sobre el enemigo.

En el camino que elijamos para enfrentar al enemigo pueden acontecer situaciones que quizás no teníamos contempladas, es por eso que antes de ello debemos conocer y preparar a la gente (o herramienta) con la que iremos, ésta debe de estar subordinada y capacitada, para pelear.

En cuanto al ayuda humana, el objetivo es no enviarlos a la guerra sin fusil, como se dice comúnmente, además, nunca se debe perder el control sobre ellos. Se debe seleccionar a los más valientes, intrépidos y atrevidos, e ir formando nuestros equipos para llegar a un solo grupo, pero que sea el más fuerte.

Una de las estrategias que maneja Sun Tzu es el ataque por fuego, donde nos dice que usando éste, se quema a las personas, almacenes, el equipo, los arsenales y el uso de proyectiles incendiarios; pero también se debe usar con inteligencia, porque ya se dijo que no debemos destruir todo a nuestro paso, sino que usaremos esto para terminar de aniquilar al enemigo.

Devastar el entorno se logrará al quemar personas (se refiere a eliminar a gente que ha sido desleal al objetivo, a la guerra, a nosotros, personas que no han demostrado querer un triunfo para beneficio de todos), pero claro, para usar el fuego debemos estar alerta de en qué momento utilizarlo y cómo manejarlo, porque cualquier error podría ser contraproducente para nosotros.

Tener un ejército que lucha en una guerra a nuestro favor puede ser demasiado costoso, pero si sabemos elegir a nuestro equipo, será mucho más sencillo. Es importante no solamente tener personal que sepamos que colabora con nuestra causa, sino contar también con una estrategia más: tener aliados secretos, gente que conozca perfectamente al enemigo y pueda infiltrarse, obtener información para ver dónde, cómo, cuándo y porqué atacar, y aunque el costo de esto sea elevado, esta inversión nos llevará a mejores resultados.

Por último, al estar cerca del enemigo averiguaremos qué objetivo persigue, cuáles son sus ambiciones y mejor aún, sus debilidades, es por esto que la gente  que se designe para trabajo en cubierto, debe de ser de las personas más inteligentes, pues un ejército sin agentes secretos es como un hombre sin ojos y sin oídos, y diría yo, sin una visión plenamente definida, porque como ya dijimos, para ganar hay que engañar siempre al enemigo. 

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