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jueves, 19 de diciembre de 2013

El escuchar y la política institucional mexicana; frente al "mandar-obedeciendo" del EZLN

Por: Roberto Carlos Guel Gómez


 
En este pequeño ensayo me propongo hacer una reflexión en torno a dos formas de hacer política en México, dos formas diferentes e incluso contrarias, pero que forman parte de la vida política de este país. 

Considero que reflexionar sobre la política mexicana es realmente una de las necesidades más grandes de nuestros días, ya que esto nos permitirá dos cosas que son fundamentales para toda política: primero nos permite tener una postura crítica frente a las distintas formas de hacer política y; también nos permite encontrar propuestas viables que nos reorienten hacia una política mejor. Para realizar este trabajo nos apoyaremos en el libro Aprender a escuchar de Carlos Lenkersdorf y en los siete principios del mandar-obedeciendo del EZLN que podemos leer en varios de los comunicados que han hecho los indígenas. 

Al contrario de lo que usualmente hace la mayoría de la filosofía – que busca realizar las reflexiones desde lo abstracto sin mirar a las circunstancias – creo que es necesario ver a la política desde la forma en que se está dando en nuestros días. Eso no quiere decir que nuestra reflexión sea superficial, más bien, indica que nuestro camino reflexivo parte de la realidad que vivimos nosotros, para conformar un proceso de abstracción vinculado directamente a la política mexicana actual.

En México la política institucional – es decir los partidos políticos y sus diferentes puestos dentro del aparato gubernamental – han demostrado estar totalmente ajenos a las necesidades de la población mexicana. Mucho se ha dicho al respecto, “que la política es una basura”, “que no importa lo que ellos hagan, nosotros perdemos”, “que no hay nada que hacer porque siempre será así la política”, etc., sin embargo, creo que como población adolecemos de algo fundamental, no sabemos qué podemos hacer al respecto, podemos quejarnos mucho de los políticos pero no sabemos cómo cambiar la forma en que hacemos política.



Quizá debamos poner más atención y girar nuestros oídos hacia una voz que ha estado ahí por años, que han tratado de cañar, pero que, grita con fuerza que otro mundo es posible. Nos referimos a la voz indígena. Esa voz que lleva tiempo tratando de llegar a nuestros oídos y que no hemos escuchado por diferentes razones, ya sea por la campaña mediática que trata de ocultarla, por la falta de atención, porque creemos que es algo ajeno a nosotros, etc.,  y sin embargo aún estamos a tiempo para abrir nuestros oídos.

A diferencia de la política institucionalizada - enfocada en aprovecharse del poder político para beneficiarse - está la que se hace al interior del EZLN, la cual, está enfocada enteramente en buscar el beneficio de todos los integrantes de la organización. Cumplir con dicho objetivo, hace necesario que las personas que participen en la política tengan esa convicción de buscar el beneficio de todos y, para ello, es necesario una ética que pueda ver más allá de las necesidades propias. Para hacernos una idea de ese tipo de ética podemos ver los siete principios del mandar-obedeciendo, que son la base del quehacer político zapatista, los principios son los siguientes:

1.     Servir y no servirse
2.     Representar y no suplantar
3.     Construir y no destruir
4.     Obedecer y no mandar
5.     Proponer y no imponer
6.     Convencer y no vencer
7.     Bajar y no subir




Estos principios nos servirán de base para ir analizando a la política institucional de México. De ellos podemos aprender mucho y podremos buscar otra forma de hacer política. Como orden de exposición tomaremos la lista de estos principios.

Comencemos por entender a que se refieren los zapatistas, al proponer el “servir y no servirse” como uno de los pasos a seguir para encontrar una política que busque el beneficio de todos. El punto es muy claro y conciso, la política no debe de servirse de los poderes que se les concede como representantes de la población, sino todo lo contrario, para que la política sea benéfica para todos, tiene que trabajar escuchando las necesidades de las personas y ocuparse en resolverlas. Cuestión que como bien sabemos ha sido escaza – sino es que nula – en la política institucionalizada de este país. Sí solo podemos ejercer una política privativa, entonces, no estaremos haciendo más que una política egoísta. Como podemos ver, que la política sea servicial significa que se busca atender las necesidades de todas las personas y no sólo nuestras necesidades.

Pero como bien sabemos si hay algo que caracteriza a la política institucional de nuestro país, es su desvinculación con las personas a las cuales en teoría tendría que representar. Esa desvinculación ha provocado que las decisiones políticas que se han tomado en los últimos años, sean totalmente ajenas a las necesidades de las personas. Este es uno de los puntos fundamentales por los cuales la política mexicana es vista con malos ojos, ya que se ha visto que no importa qué partido esté en el poder, cualquiera de ellos buscará actuar de manera unilateral frente a las necesidades de las personas. Y precisamente esta cuestión está vinculada con el punto número dos de la lista: el cual es “representar y no suplantar”.

Este último punto creo que es fundamental para toda política. No suplantar significa ser realmente representantes de los intereses de los representados, es decir, no suplantar significa no ejercer una política privativa que sólo busque el beneficio propio. Para ser realmente representantes de una población tenemos que saber cuáles son sus necesidades, y para saber sus necesidades, tenemos que escuchar las voces de las personas. Aquí es donde se vincula el escuchar y la política.

En el libro de Aprender a escuchar[1] podemos ver que la escucha es un proceso que se da «entre iguales» y en donde se pone «atención» a lo que se nos dice. Y si relacionamos la escucha con la política se produce algo muy valioso. Lo primero que me gustaría señalar es la cualidad de «entre iguales» que tiene que darse entre el político y las personas, cuestión que bien sabemos que en la política institucionalizada no es el caso. 

Si hay algo distintivo de los políticos de este país es su carácter altivo, ya que no se relacionan directamente con las personas a las cuales representan, y por lo mismo, no pueden escuchar y «atender» las necesidades de la población. Poner «atención» significa tener una vinculación directa entre el rumbo de la política y lo que la gente quiere.

El tercer punto de la lista es sumamente importante, tiene que ver con atender a las necesidades de las personas representadas. “Construir y no destruir” significa atender las necesidades de las personas, ¿en qué sentido?, bueno, en la medida en que sepamos qué necesitan las personas podremos «construir» los mecanismos gubernamentales necesarios para que la vida de las personas se vea beneficiada. El caso contrario sería tomar las decisiones de manera unilateral, y en ese sentido, estaríamos «destruyendo» la finalidad de la política. Sin embargo, aún hay otro significado de «construir» políticamente, y éste es, el trabajar en conjunto entre representantes y representados para crear las políticas necesarias para la sociedad. Y en ese sentido, la política zapatista propone una política activa por las dos partes, lo cual, exige que las personas se relacionen con las actividades públicas que le conciernen a la política y no dejar que los políticos hagan lo que quieran.

Cuando los zapatistas proponen “obedecer y no mandar” están considerando algo que es fundamental y que por desgracia no tenemos, primero que nada tenemos que señalar que lo importante de este punto es que los políticos dejen sus posturas autoritarias, para, «obedecer» a lo que el pueblo ordene. Pero, para que los políticos obedezcan es necesario que las personas intervengan en las discusiones sobre los asuntos públicos. Esto implica que los ciudadanos no solo tienen que elegir un representante, sino que, tienen que trabajar en conjunto con él para resolver los problemas que les aquejan. ¿Pero cómo podemos construir un plan político adecuado, si cada uno de nosotros tiene intereses diferentes?

Aquí entra el siguiente punto de la lista, el cual es “proponer y no vencer” cuestión quizá sea la que nos cueste más trabajo. Después de años y años de una práctica política privativa que siempre busca el beneficio propio, será difícil buscar las prácticas políticas necesarias para que el beneficio de todos sea lo primordial. Sin embargo, en la «escucha» podemos encontrar algunas herramientas que nos permitan salir de esas prácticas enfocadas sólo en nosotros, para, pasar a una política mucho más comprometida con todas las personas.

Si algo caracteriza a la escucha es que puede poner atención a las otras personas, esto significa, que podemos ponernos en el lugar del otro. Y con ello, se produce un «reconocimiento mutuo» entre las personas, se reconocen las necesidades del otro y éste reconoce mis necesidades, y de esta forma, superamos el carácter unilateral de la política.  Esta cuestión alimenta a una política positiva, ya que nos permite acercarnos al otro y no enfocarnos sólo en nuestras necesidades. De esta forma las propuestas no buscarán el beneficio propio, sino, buscarán el beneficio de todos los ciudadanos.

Y para que esto sea posible, es necesario que todos participen de las decisiones que se toman. Y eso implica que exista un diálogo entre los conciudadanos, un dialogo entre iguales que están dispuestos a escuchar lo que tienen que decir las otras personas. Esto se conecta perfectamente con el sexto punto de la lista: “convencer y no vencer” busca señalarnos que la política – si busca el beneficio de todos – tiene que ser el resultado de un proceso de argumentación y toma de decisiones entre las personas. Cuestión que es sumamente compleja, pero que, si consideramos la escucha del otro y recordamos que lo que se busca es el beneficio de todas las personas, podemos llegar a encontrar la argumentación necesaria para convencer a nuestros conciudadanos. Si dejamos de lado la política privativa, entonces, dejaremos de lado los intentos por vencer políticamente, para, pasar a la argumentación y el convencimiento de las propuestas.

Y finalmente encontramos el último punto de la lista, y el cual en cierra lo que hemos venido diciendo desde el inicio de este ensayo, “bajar y no subir” enfatiza la necesidad de una política interesada en las necesidades. Ver y procurar por los de abajo significa preocuparse por las necesidades de los más necesitados. Y no buscar subir, enfatiza que el político tiene que tener la entereza ética como para no beneficiarse del poder y los recursos que se le confieren.

Para concluir, quiero mencionar de manera general los puntos que fuimos señalando a lo largo de este ensayo. En busca de «otra» forma de hacer política, nos encontramos con los siete principios del mandar-obedeciendo del EZLN, la cual, es una política que se caracteriza por buscar el beneficio de todas las personas, dejando de lado la política demagógica que se realiza de manera institucional. Dicho quehacer político, se caracteriza por estar enraizado con el pueblo, con sus necesidades y sus decisiones, y busca obedecer a las necesidades de las personas, deja de lado las posturas egoístas, para adentrarse en el beneficio común. Y en ese sentido, escucharse entre todos los ciudadanos es un asunto primordial, escuchar para saber del otro, sus necesidades, sus ideas; pero también, para que los otros me reconozcan. Con ello, la política toma un papel positivo y comienza a construir las políticas públicas necesarias para que «los de abajo» tengan una mejor condición de vida.




BIBLIOGRAFIA:
·        Lenkersdorf, Carlos, Aprender a escuchar, México, Plaza y Valdes, 2008.



[1]Lenkersdorf, Carlos. Aprender a escuchar. México, Plaza y Valdes, 2008. 

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