Por: Pedro Iván Galeana Ramos
Para poder iniciar, consideramos de suma importancia hacer referencia a Sun Tzu, quien es el creador de nuestro tema, para ello mencionaremos brevemente quién fue: muchos estudiosos coinciden en que Sun Tzu fue un general chino que nació en la provincia de Ch”i alrededor del siglo V antes de Cristo, durante la época de los conflictos creados por la expansión de los reinos feudales.
Hablar
del arte de la guerra, es reflejar la grandiosa sabiduría de Sun Tzu, quien en todos sus escritos siempre quiere dejar en claro
y con precisión, diversos puntos que se deben de tomar en cuenta para una guerra,
pero reflexionamos que esa filosofía no sólo funciona para una guerra de poderes; sino en diversas “guerras” que
vivimos en nuestro día a día, donde luchamos muchas veces contra nosotros
mismos e incluso con nuestros ideales, esto por
las diversas situaciones a las que nuestro mundo actual nos ha estado
orillando.
Es
por eso que a pesar de que el Arte de la guerra ya es muy antiguo actualmente,
se sigue reflexionando sobre lo escrito ahí, ya que si nos detenemos a
estudiarlo detenidamente, encontramos realidades a fondo que nos pueden ayudar
a llegar a mejores situaciones y triunfos, e incluso a cambiar una forma de
pensar en algunas cosas; es decir, podemos actuar, como dice Sun Tzu , con
cautela y con mucha inteligencia, pero esta inteligencia no se obtiene en un
segundo, sino que conlleva diversas modificaciones en nuestra forma de actuar,
y que se deben llevar a cabo de una manera estricta, ya que la disciplina es
fundamental en este proceder.
Sun
Tzu plantea diversos principios, pero ponemos como principales donde se
menciona que “toda guerra estará
realmente basada en el engaño”, y que “el arte supremo de ésta es vencer al
enemigo pero sin luchar”, por lo tanto podemos decir que cuando estamos en
una guerra, es posible que se triunfe
sin tener la necesidad de mostrar todas y cada una de nuestras armar al
enemigo, si nos mostramos como somos, evidenciamos nuestras virtudes, nuestra
fortaleza, nuestro poder, pero también damos a conocer nuestras debilidades, el
punto débil que tenemos y esto puede ser fatal para nosotros.
Dar
todo lo que se tiene como recurso, ya sea humano o material, en una guerra,
significará no tener alguna reserva, no debemos agotar todo nuestro material en
un solo combate, se debe de ir definiendo paso a paso , ya que una guerra es
todo un proceso que nos puede llevar a una vida mejor o simplemente a la esclavitud.
Al
hablar de esclavitud me refiero no solo a la que implica estar físicamente a la
disposición de otro, como ya mencioné al principio, pues una guerra puede serla
en muchos aspectos: desde un ámbito laboral, con la familia, amigos , etc.,
situaciones que nos lleven a obtener o perder algo, es por eso que Sun Tzu da
una serie de estrategias, y que al seguirlas tal y como las indica, nos llevarán
al éxito, o al menos no estaremos totalmente derrotados y sin más razón para
seguir en la guerra cotidiana.
Hablemos
específicamente de sus estrategias, iniciando
con aproximaciones, donde decimos que si bien es importante luchar para
poder sobrevivir a cuyas situaciones que se han complicado o nos han llevado al
extremo, también es de considerar todos los aspectos antes de adentrarse o
tomar una decisión de guerra, ya que así como la destrucción de otros pareciera
beneficiarnos, su aniquilación no será sencilla, porque la otra parte también
desea sobrevivir.
Por
esto se deben tomar datos básicos como la moral, porque conoceremos de
justicia, bondad, igualdad y al estar en guerra y aplicarla (la moral) nos
llevará a ser más inteligentes al actuar; el clima, puesto que es importante
conocer a dónde vamos y en qué condiciones subsistimos para ver si somos
capaces de vivir en otro lugar, además sabremos si hay atajos, caminos rocosos.
El
mando es otro dato, éste será la base si contamos con jefes sabios: sabrán cuándo
actuar, podrán ver si se necesita cambiar de estrategia y en qué momento
hacerlo, el líder dirige y lleva porque se cree en él, en su justicia, en su
actuar , en que gracias a su guía se logrará el objetivo, esto nos indica que
no podemos andar por la vida sin unas reglas que seguir, que siempre y en todo
lugar habrá quién nos indique cómo hacerlo mejor.
El
arte de la guerra nos plantea algo muy importante, algo que incluso nos
suscitan con mucho detalle “el planear”, sí, porque cuando se crea un plan, éste
se debe evaluar a fondo, y con gran criterio y objetividad, saber hasta dónde
somos capaces de llegar, conocer a nuestro enemigo: qué necesita, qué le hace
falta, cuál o cuáles ventajas tengo sobre él
y cuáles tiene sobre mí, o si tiene herramientas necesarias para
combatir o para pelear tranquilamente.
Es
muy importante conocer al enemigo, saber si tiene más aliados o está solo, y
así poder atacar de forma que ni siquiera lo sienta, es decir, hacer creer que
lo atacamos por un lado, pero hacerlo
por otro; hacerlo que pierda control de la situación e incluso del tiempo, que
se desespere, ya que un desesperado pierde la razón, se hace débil.
También
hay que lograr, si el enemigo es un grupo numeroso, que se distancien entre
ellos, que no tengan un mismo objetivo, ya que pelear contra más de uno es más complicado.
La
dirección es, como ya mencionamos, la parte que nos puede dar seguridad, o todo
lo contrario, y como el objetivo de la guerra es ganarla, se debe contar con
todos los recursos necesarios para lograrlo, no sólo los materiales sino los
humanos principalmente. Además, quien dirige sabrá en qué momento retirarse.
Si
se desea ganar, una guerra muy larga no servirá de mucho, ya que al final del
camino habremos perdido mucho tiempo y quizás tengamos pocos recursos para
entonces.
Las
guerras nunca deben ser demasiado largas, busquemos optimizar recursos, y si
durante el andar de la beligerancia tenemos prisioneros, no debemos acabarlos,
o humillarlos inteligentemente, debemos orillarlos a unirse a nosotros y así
iremos creciendo.
De
la misma forma, así como no se debe acabar con el recurso humano, también
cuidaremos el material: no podemos ganar un enfrentamiento destruyendo todo a
nuestro paso, ya que al ganar encontramos sólo ruinas, pudrición, miseria y
desesperación; por el contrario, hay que atacar sin mayor destrucción, sin
acabar con todo, este triunfo será mas fructuoso para nosotros.
Al
hablar de nuestra ofensiva, ésta debe ser siempre cautelosa y tomando los
aspectos ya mencionados, combatir no sólo se trata de matar o acabar al enemigo,
se trata de obtener la victoria, que nos traiga fortuna en algún aspecto.
Es
por esto que debemos saber con qué contamos para la lucha, armarnos de todas las herramientas necesarias
para la pelea, ver incluso cuánta gente nos llevaremos, para medir cuánto
gastaremos, ya sea en transporte o comida, las cuales serán fundamentales.
Por
si fuera poco, siempre debemos de estar bien armados de herramientas y de
sabiduría o conocimientos. Ahí es donde entra nuestro dirigente, quien nos
guiará al mejor camino, y evitará a toda costa llevarnos o ponernos en apuros.
Tener
energía al dirigir a muchos es igual que tenerla para dirigir a uno solo. Se
debe actuar con pasos firmes, más que gastar toda la energía en un solo
movimiento.
Debemos
tener la suficiente energía para saber adaptarnos a toda situación o terreno,
ser capaces de sobrevivir bajo las circunstancias que sean, sin perder
equilibrio o fuerza, así mismo, debemos saber maniobrar, hacerlo desde un
principio, sin perder pista de lo que se ha planteado como objetivo.
Sun
Tzu da también nueve recomendaciones para una guerra, tales como no acampar en
depresiones de terreno, o terreno despejado, el cual debe ser de fácil
comunicación para nosotros.
Finalmente,
quiero recalcar sobre el terreno, que será nuestra mejor arma si la sabemos definir,
ya que un territorio puede ser de fácil acceso, o nos puede confundir, o
simplemente no sabemos cómo sea, quizás muy cercano o quizás muy lejano, pero
lo que si debemos tomar en cuenta es que debe ser el que mejor podamos
atravesar, y nos permita tener ventaja sobre el enemigo.
En
el camino que elijamos para enfrentar al enemigo pueden acontecer situaciones
que quizás no teníamos contempladas, es por eso que antes de ello debemos
conocer y preparar a la gente (o herramienta) con la que iremos, ésta debe de
estar subordinada y capacitada, para pelear.
En
cuanto al ayuda humana, el objetivo es no enviarlos a la guerra sin fusil, como
se dice comúnmente, además, nunca se debe perder el control sobre ellos. Se
debe seleccionar a los más valientes, intrépidos y atrevidos, e ir formando
nuestros equipos para llegar a un solo grupo, pero que sea el más fuerte.
Una
de las estrategias que maneja Sun Tzu es el ataque por fuego, donde nos dice
que usando éste, se quema a las personas, almacenes, el equipo, los arsenales y
el uso de proyectiles incendiarios; pero también se debe usar con inteligencia,
porque ya se dijo que no debemos destruir todo a nuestro paso, sino que
usaremos esto para terminar de aniquilar al enemigo.
Devastar
el entorno se logrará al quemar personas (se refiere a eliminar a gente que ha
sido desleal al objetivo, a la guerra, a nosotros, personas que no han
demostrado querer un triunfo para beneficio de todos), pero claro, para usar el
fuego debemos estar alerta de en qué momento utilizarlo y cómo manejarlo,
porque cualquier error podría ser contraproducente para nosotros.
Tener
un ejército que lucha en una guerra a nuestro favor puede ser demasiado
costoso, pero si sabemos elegir a nuestro equipo, será mucho más sencillo. Es importante
no solamente tener personal que sepamos que colabora con nuestra causa, sino contar
también con una estrategia más: tener aliados secretos, gente que conozca
perfectamente al enemigo y pueda infiltrarse, obtener información para ver
dónde, cómo, cuándo y porqué atacar, y aunque el costo de esto sea elevado,
esta inversión nos llevará a mejores resultados.
Por
último, al estar cerca del enemigo averiguaremos qué objetivo persigue, cuáles son
sus ambiciones y mejor aún, sus debilidades, es por esto que la gente que se designe para trabajo en cubierto, debe
de ser de las personas más inteligentes, pues un ejército sin agentes secretos
es como un hombre sin ojos y sin oídos, y diría yo, sin una visión plenamente
definida, porque como ya dijimos, para ganar hay que engañar siempre al enemigo.
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